sábado, 17 de enero de 2015

Sororidad / Sorority



Realicé este dibujo para ilustrar el relato de Vanity Dust llamado Charly, el lisérgico despertar del niño tabernero, ambos publicados en el número 13 de la flamante y veterana revista Vinalia Trippers, "Duelo al sol".

Este número de Vinalia está construido en torno al Far West más sucio y rastrero ("más el de Sergio Leone que el de John Ford", según dice el mismo Vicente Muñoz Álvarez en la introducción); y el texto de Vanity Dust, ambientado en el clásico saloon del oeste americano lleno de abusadores, prostitutas y borrachos miserables, no defrauda el mito. El conjunto constituía un estupendo caldo de cultivo que me dio la oportunidad de hacer lo que más me gusta hacer, esto es, subvertir.  En este caso, quise aprovechar esta construcción ficcional de pasado para plantar cara a algunos de los significados jocosos o despreciativos que en el presente real suelen impregnar ciertos conceptos:

  • Por una parte, los asociados al travestismo y/o al transgénero.
  • Por otra parte, los asociados al erotismo o a la sensualidad protagonizados por mujeres de edad avanzada y/o cuerpos no normativos, erotismo que queda manifiesto mediante la palabra, la gestualidad o la vestimenta de las mismas.

En ambos casos, socialmente se considera que existe una conducta divergente, fuera de lo normal, que sólo se justifica y acepta si está enmarcada dentro de un espectáculo y ofrecida a un público para su divertimento y deleite. De este modo, la extravagancia puede actuar libremente y no hay de qué preocuparse, porque la rareza es graciosa, es entretenida, es ocurrente, es manejable.
En este mundo mediatizado y totalitarista, la divergencia sólo es tolerada si es divertida, complaciente, chispeante, recreativa, momentánea, risible, irrisoria; y, sobre todo, si está circunscrita a unos contextos muy determinados y con un lenguaje muy concreto. Fuera de ellos, se la considera despreciable, bochornosa, ilícita, incluso ofensiva.

Pero la divergencia no existe para animar ni entretener a nadie. Lo que los otros vean en la divergencia no define lo divergente, y mucho menos tiene el derecho de decidir si es legítimo o no.

Haz lo que demonios te haga feliz. Sé lo que demonios seas.



I draw this to illustrate Vanity Dust's short story "Charly, el lisérgico despertar del niño tabernero", both of them published in the 13th issue of Vinalia Trippers magazine.

This issue is centered on the dirtiest and most disgusting Far West ("more Sergio Leone's than John Ford's", as Vicente Muñoz Álvarez says in the introduction); and Vanity Dust's story, set in the classic saloon full of abusers, prostitutes and drunkards, doesn't betrays the myth. As a whole it was an excellent breeding ground that gave me the opportunity to do what I enjoy most, that is, subverting. In this case, I wanted to use this fictitious past to confront some of the mocking and disdainful meanings which at actual present usually coat certain concepts:

  • On one hand, those meanings attached to cross-dressing and transgender. 
  • On the other hand, those meanings attached to eroticism or sexuality starred by old women and/or  non-normative bodies, eroticism which is stated by their words, their gestures or their clothes.

In both cases, society considers that there is a divergent behavior, which is only justified or accepted as part of a show, offered to an audience for its pleasure and amusement. This way, eccentricity is allowed to act freely and there is nothing to worry about, because oddity is funny, is entertaining, is witty, is governable. 
In this mass-mediated and totalitarian world, divergence is only tolerated if it is humorous, compliant, scintillating, recreational, momentary, laughable, risible; and above all, if it is circumscribed within very specific contexts and using a very specific language. Out of there, it is considered despicable, shameful, illicit, even offensive.

But divergence does not exist to amuse nor entertain anybody. What others see in divergence does not define the divergent, and much less has the right to authorize it or not.

Do whatever the hell you love. Be whatever the hell you are. 



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