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Aspiro a la santidad, un perpetuo estado de seducción y lejanía que atraiga a las desahuciadas y les de fuerza para convertirse al canibalismo
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Mi nombre está escrito en las olas,
no en el agua,
en las olas
porque es lunar y cambiante
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Cuando los penitentes murmuren a mi paso, les devolveré la mirada, tendré pupilas cuadradas de cabra, llevaré el cáliz de Lucrecia Borgia entre las manos y sonreiré como ella. No verán las llagas bajo la seda, habré aprendido a controlar los temblores, pareceré firme y alimaña como en una coronación.
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