Foto © La Paca café bar |
Ayer nos dejamos empapar juntos por la tormenta, y fue infinitamente dulce.
Gracias a las maravillosas personas de La Paca, delicioso refugio vintage cuyos sillones, espejos, columnas y luz dorada me cautivan siempre: esta gente encantadora e infatigable, acogiendo y gestionando la presentación en semejante entorno primoroso, me hizo sentir una vez más como felizmente acurrucada en un rincón de casa.
Gracias a Sara Morales, por su amabilidad, su sonrisa y su inestimable reportaje fotográfico.
Gracias a Álex Portero, por haberme ofrecido crear un marco visible para ese sacrificio-masacre con forma de libro, y por querer asesinarnos con él mientras nos acaricia, mientras nos ruge, mientras nos susurra (poco más puedo añadir al respecto que no haya dicho anteriormente, enloquecida).
Y gracias, miles de gracias a todos los que promovisteis y/o vinisteis al evento, desconocidos (tal vez por conocer), conocidos (tal vez a conocer más) e inestimables sangres mías, por acudir a dejaros arrastrar por el crudo, feroz, desgarrador y voluptuoso fragor de la tormenta.
Nos vemos danzando bajo la lluvia.
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