Hace casi dos años, al mismo tiempo que estudiaba las últimas asignaturas de la facultad, me apunté a un curso de diseño gráfico. El profesor era un joven diseñador llamado Andrés Matamala Arizmendi. Acostumbrada a las lindezas de Bellas Artes, en su clase recordé −absurdamente asombrada− lo que era aprender a utilizar una técnica o herramienta sin necesidad de sentirte constantemente como una inútil ignorante, y por eso no podré estarle nunca lo suficientemente agradecida. Andrés era −y es− un maldito encanto, y en 490 horas de curso aprendí más a nivel técnico de lo que había aprendido en Bellas Artes en años (y además era músico y le gustaba Portishead, lo cual no hacía más que mejorar las cosas).
Como proyecto final nos propuso hacer individualmente un (boceto de) manual de identidad corporativa que incluyese diseñar el logo, cartelería y merchandising de algún magno acontecimiento, como por ejemplo las Olimpiadas. Pero, como con todo buen ejemplo, existía la perfecta libertad de saltar por encima de él con aire distraído e inventarse en su lugar un evento hasta ese momento inexistente. Así que, tras pensarlo un poco, decidí que no tenía sentido que no existiera aún en el mundo una gigantesca convención anual dedicada a El Principito.
Nearly two years ago, while I was studying the lasts subjects of my degree, I started a Graphic Design course. The teacher was a young graphic designer named Andrés Matamala Arizmendi. Being used to my faculty's pretty customs, attending his classes I remembered – absurdly astonished – what it was like to learn a technique without feeling constantly like if you were a useless ignorant, and I will never be grateful enough for that. Andrés was –and still is – a lovely person, and during the 490 hours that the course lasted I learnt much more technically that I had learnt in Fine Arts throughout several years (and besides he was a musician and he liked Portishead, details that only made things better).
For the final project he proposed creating individually a (draft of a) corporate identity manual which included designing the logo, advertising posters and merchandising for some gigantic event like, for example, the Olympics. But, as it happens with all good examples, there was the possibility of jumping over it in an offhand way and conceiving in its place an completely new event. Consequently, after thinking it over for a while, I decided that it made absolutely no sense not to have in all the world an enormous annual convention in honor of The Little Prince.
Así que eso fue lo que hice. Dado que no es una versión final sino el proyecto de un proyecto, el texto consiste en una curiosa mezcolanza de inglés y español y lorem ipsum; además, los montajes fotográficos son más bien bosquejos de lo que realmente habría de ser la imagen final −reíros con mi dominio de la pintura con el ratón del ordenador, reíros. Por entonces no había cogido una tableta gráfica en mi vida−, y las fotografías utilizadas como stock en los carteles no son ni, muchos menos, mías. Pero la mera posibilidad de poder conjeturar cómo sería la imaginería de una convención anual basada en la deliciosa criatura de Antoine de Saint-Exupéry me hizo ejecutar muchos bailecitos dementes y jubilosos mientras tejía cuidadosamente tras mi frente esa red cuajada de diminutas estrellas, y lo disfruté horriblemente. Lo único que lamento es no haber dispuesto de más tiempo que dedicarle para hacerle una mínima justicia.
Porque nosotros también lo echamos de menos, ¿no es así…?
Claro. Ya lo sabía yo.
So that's what I did. Since this is not a final version but only the project of a project, the text is a curious English-Spanish-Lorem ipsum hodgepodge ; in addition, the photomontages are only an outline of what the real image should look like – ok, laugh at my painting-with-the-mouse skills, laugh. Back then I have not touched a graphics tablet in my whole life – , and the photographs used as stock are by no means mine. But the mere possibility of conjecturing how the imagery of a convention based on this de Saint-Exupéry's creature would look like made me perform little mad rejoicing dances while I carefully weaved behind my forehead that intricate web full of tiny stars, and I enjoyed it horribly. Not having had time enough to do justice to this lovely character is the only thing I regret.
Because we miss him too, don't we…?
Of course. I already knew that.
(A continuación, algunos detalles donde puede verse mejor el diseño de merchandising.)
(And now, here you've got some bigger details picturing the merchandising.)
(Y sí, yo quiero una de éstas. La azul, a ser posible.)
(And yes, I want one of those. The blue one, if possible.)
5 comentarios:
Pues yo quiero una bandolera marrón.
Y una de las tazas con cuchara.
He dicho.
(me encannnnta. And yep. Missing them).
Pues... pues... ¡yo también quiero una bandolera! Mmmm, me haré otra marrón oscuro... (Cuando visualicé los diseños en casa, hasta entonces sólo vistos en el ordenador de clase, la diferencia de color y contraste fue un poco brutal, la verdad. Yo juraría que esa camiseta femenina de manga larga era mucho más oscura... y no sé yo si era verde... Calibrar monitores es una buena costumbre, pero sólo si se calibran a la vez TODOS los monitores en los que trabajes.)
Y despejarse en la mañana con una taza estrellada y calentita también se me antoja bastante apetecible... Qué diablos, desayunar con estrellas siempre lo es.
Me encanta que te encante :D
Ostras, las regaderas! Las quiero todas!! En cada una podríamos plantar algo diferente y regarlas con la regadera que sobre.
Ay, Irene, me encanta esa idea... Plantar cosas en regaderas, qué cosa más deliciosa y espiralada...
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